Papá


Papá y la transmisión de la cultura a su descendencia

Mesa de 7 hermanos con Papá y Mamá. De 4 a 13 años todas las edades. Me  corrijo:  a los más chicos e incivilizables, muchas veces los hacían comer antes. Era  entonces la mesa de los grandes. Los viejos tratando de hacer el negocio más difícil del mundo que es transmitir la cultura a la progenie. "El agua por favor", "Cola al fondo", "Tenedor y cuchillo en la palma", "No pongan los codos en la mesa", "No hablen con la boca llena",  "No se peleen".

Eran un equipo. Mamá era la voz cantante. Papá acompañaba con la mirada. Uno percibía que esa mirada estaba allí  pero la esquivaba. Mejor no meterse en líos.  Ellos sabían francés y no inglés como era costumbre de la época.  Lo educado era lo francés y católico. Los ingleses también, pero cómo entenderlos sin estar impregnados de su cultura y sin saber su idioma y siendo ellos protestantes. Comprendían su importancia y nos mandaban a clases de inglés a distintas academias desde muy chicos. Pero ellos sabían francés y trataban de transmitirnos algunas de estas enseñanzas en galo: "De l'eau s'il vous plait" con cara firme o "Fiches mou la paix s'il vous plait" acompañadas de ojos que más valía no contradecir. Las chicas que iban al Sacre Coeur entendían más que yo.


Yo tenía unos diez años. Era un espíritu rebelde, pero curioso. Me parecía importante entender lo que querían, pero una observancia muy estricta me parecía de olfa. Me gustaban mucho también las costumbres de indios y gauchos muy alejados de este ritual. De hecho una de mis grandes desilusiones fue cuando admirando a los gauchos y por ende a los federales, le pregunté a Papá en una sesión de boxeo que me enseñaba, si él hubiera sido Unitario o Federal: "Unitario" replicó. ¿Cómo discutirle siendo él profesor de historia?

¿Cómo canalizar mi rebelión, sin caer en la necedad de rechazar tanta cultura?, que la intuía necesaria; (por supuesto me faltó "lavarse las manos antes de venir a la mesa. Venir peinado"). Hasta que un día un cura marista del colegio, habló de lo importante que era predicar con el ejemplo. "Esta es la mía, pensé"

Me puse a observar. En la mesa era una religión, como ya comenté, sentarse bien. Cola al fondo. Erguido, el plato en el medio. No hacer ruido. Un día descubrí, que Papá, hacía un movimiento rítimico sentado. Un movimiento con la cabeza y las rodillas que era rítmico. Eso no era sentarse mal, pero obviamente no estaba en ningún manual como ejemplo de buenos modales: ¡había un flanco al descubierto!.

Con más ganas de confrontar que de descubrir la verdad le dije:

"Papá; ese movimiento que hacés en la mesa, no se hace". "Es mala educación". Silencio de todos, Mamá sabiamente callada también. Mis dos hermanas mayores y una menor asombradas. Intuyo que tenían el placer morboso de ver cómo a su hermano peleador lo retaban mal por atrevido e insolente. Reconozco que lo espeté sin ninguna diplomacia pero con bastante razón como para encubrir la insolencia. Pisando en la cornisa del Cuarto Mandamiento." Honrar Padre y Madre" ¿Y porqué no se lo podía decir? Si ese movimiento rítmico era una buena costumbre que me lo enseñe. Yo lo quería hacer también. Hay que predicar con el ejemplo, me habían enseñado.

Me miró fijo y fuerte. Sostuve la mirada haciéndome el inocente. Él con cara de estar furioso. Pero no dijo nada. A los pocos segundos, que me parecieron eternos, fue aflojando la mirada. Cesó en el movimiento tan criticado que seguramente lo relajaba. Su cara se fue transformando y terminó siendo suave, casi de complicidad como diciendo: "no te hagás el piola" y me terminó diciendo:

- "Tenés razón". "Gracias por decírmelo".

Fue una enseñanza de caballerosidad y control de ira. De lo mejor que recibí. Hoy tendría 106 años. Nunca se lo agradecí ni comenté con mi madre y mis hermanos después que partió hace 59 años. Hoy lo hago un poco tarde y le digo donde esté:

!Gracias Viejo!

Miguel de Oromí Escalada (h)