El conflicto agropecuario: ¿soluciones o nuevos problemas? (Una reflexión sobre reducciones y desregulaciones hechas en el Estado en los 70)
Publicado por Economia para Todos. 05/03/2009
Los subsidios no solucionan los problemas: los crean
Estamos en un período de mucho capricho ideológico disfrazado de caridad y de pragmatismo. Me parece que el camino que ha elegido el Gobierno y que ha aceptado -a regañadientes- la Comisión de Enlace, crea muchos más problemas de los que resuelve. Dicho de otra forma: si esto es una “construcción política” como se dice ahora, creo que este edificio político se va a derrumbar y pronto. Lamentablemente.
Pareciera haberse aceptado –forzosamente- que la solución a todos los problemas son los subsidios por aquí y por allá, otorgados por un Estado en problemas y con la propia plata de los productores. ¡Esto no es pragmatismo!! ¡Es un absurdo que durará hasta que se seque la caja de los subsidios.! Lo que me preocupa es que se acepte el método de recibir subsidios, cuando se fue a pedir la eliminación de las retenciones y la liberación de los mercados. Si se aceptan como rutina, este mercado agropecuario se va a terminar de distorsionar y la confusión reinará en la mente de los productores que hasta ahora tenían sus ideas muy claras.
Si el productor, en vez de pensar que su mejora vendrá de la innovación y la mejor administración, vendrá de su capacidad para obtener subsidios¡!!estamos frente a un atraso enorme.!!!! Que destruye el alma del productor argentino que es franco, sincero, trabajador, recio y no un vago pedigüeño. Burocratizar al productor no es una idea práctica ni sensible a los que menos tienen. Es una burrada que pagaremos con menor producción a corto plazo.
Por ejemplo, en el campo las inversiones son a largo plazo: ¿quién se atrevería a invertir en una pastura o en una máquina contando que en su flujo de fondos estarán todos los años esos subsidios prometidos por un Estado insolvente que le prometió lo mismo a todo el mundo? ¡Nadie lo hará! Y sin inversiones a riesgo, la producción lamentablemente caerá como ya cayó entre el 46 y el 55 y entre el 73 y el 76 y como cayó este año. La historia se repite lamentablemente.
Se equivocan y feo en el agro los que piensan que la solución o el alivio a sus problemas vendrá con la intervención del Estado o con los subsidios. Entiendo a la gente que quiere un alivio a cualquier costa pero recibir subsidios no es “solucionar problemas” sino multiplicarlos en el corto y mediano plazo.
Los subsidios traen más subsidios, son difíciles o imposibles de cobrar porque quien los paga está fundido (y si no miremos el riesgo país). Los subsidios, alteran todas las señales del mercado libre, proliferando así actividades que no existirían si no hubiera subsidios y cuando estos se cortan quedan todas esas actividades abandonadas cundiendo el desánimo, la desazón y las pérdidas. Todo subsidio en los mercados trae por vasos comunicantes ulteriores subsidios hasta que se hace una telaraña en donde nadie sabe dónde está parado. Al final, el sistema implosiona y hay que empezar desde las cenizas. No es la primera vez que lo vemos los que tenemos nuestros años.
Eliminar las retenciones y liberar todos los mercados para la exportación
Ésta es la verdadera solución práctica por más que algunos piensen que lo práctico es seguirle la corriente al Gobierno y obtener algunas migajas o espejitos de colores.
Por más que sea políticamente incorrecto decirlo, yo lo digo. Me voy a referir principalmente a los granos. Pero en ganadería sucedió otro tanto.
Esto de la liberación y la eliminación de las retenciones ya se hizo entre 1976 y 1981. Fue una política agropecuaria brillantemente conducida por el secretario de Agricultura de aquel momento, el Dr Mario Cadenas Madariaga y sus colaboradores, quienes, respaldados por la eliminación de las retenciones y la liberación de los mercados a la competencia interna y externa, supieron trasmitir un gran entusiasmo al sector agropecuario que no tardó en llevar tanto la producción como las exportaciones hasta récords absolutos e impensables pocos años antes. Un verdadero shock de confianza. Si quieren soluciones prácticas hay que mirar a la historia y no reinventar Juntas Reguladoras que ya fracasaron en el país. Y si se desea copiar modelos en el exterior, hay que decir que estos no solo no funcionan bien comparando con nuestro sistema de mercado libre aplicado hasta hace tres años, sino que están pensadas para pagar precios a los productores por encima de los del mercado y no para expoliarlos.
El punto de partida en el 76 sintéticamente fue: las retenciones oscilaban en el 50% y la Junta Nacional de Granos monopolizaba con carácter exclusivo y excluyente el comercio de granos. La producción había caído significativamente en tres años de dirigismo extremo y estatización. (1973/1976). Nadie invertía en la cadena de comercialización. En consecuencia, los granos especialmente el sorgo se almacenaba a la intemperie en enormes montañas perdiendo un 3% de su valor mensual por deterioro y degradación física. No había camiones por ningún lado. Los ferrocarriles eran estatales y no se movían ni a cañonazos. Los puertos eran un caos. En el de Buenos Aires la fila de camiones llegaba hasta la cancha de River. Los elevadores terminales estaban en manos del Estado y tenían grandes problemas de mantenimiento incendiándose con frecuencia y provocando el caos sobre el caos en los embarques La Junta le vendía a los exportadores que no tenían inversiones en el país y por ende operaban con bajo riesgo usando las instalaciones de la Junta para embarcar. Los costos de comercialización eran altísimos comparados con países competidores como Estados Unidos.
A la liberación mencionada en el 76, se le agregaron otras reformas estructurales como la desmonopolización de los elevadores terminales en el 81 que produjo una explosión de inversiones principalmente en Rosario, la privatización de los elevadores terminales en la primera mitad de los 90, , la privatización de los ferrocarriles de cargas que aumentaron sensiblemente el tráfico, la eliminación de la Junta Nacional de Granos que con su accionar provocaba temores en el mercado. Así, se trasfirieron todas sus funciones remanentes al mercado y abandonando la política de precios sostén. ¿Qué pasó con esta supuesta desprotección del productor? Que la producción aumentó. Y que los costos de comercialización bajaron por la mayor competencia, lo que permitió un mayor ingreso para el productor.
Fue un proceso de mejora institucional que duró 30 años y que tuvo a gobiernos militares y civiles (peronistas) como transformadores. Lamentablemente se empezó a deteriorar con las retenciones de hace tres años y con las escandalosas restricciones a la exportación de trigo que analicé en una nota anterior.
Es que fue el mercado libre junto con un gran avance tecnológico los que permitieron pegar el salto hasta alcanzar los cien millones de toneladas de la cosecha pasada que ahora se ve amenazado por esta telaraña de subsidios e intervenciones. Nunca se hubiera logrado con el sistema que se propone ahora en donde hay una maraña de regulaciones.
Da mucha pena ver un mercado que andaba tan bien y que costó tanto transformarlo, que de golpe se destruye por capricho, por ignorancia o por afán de captar sus fondos para permanecer en el poder.
Partiendo de la situación actual y de eliminarse las retenciones y liberar todos los mercados para la exportación, no tengo dudas que, como se demostró en el pasado, el productor pasará a aumentar la producción. Motivos sobran: los precios internacionales sin retenciones son buenos, los insumos están bajando y la tecnología nos maravilla año a año con sus increíbles mejoras. Si a todo esto le sumamos que la gente se va a entusiasmar después de un año de lucha y tristeza, creo que habrá un salto en la recaudación por mayor producción muy importante.
Por el contrario, si se insiste con la política de destrucción del mercado libre y los subsidios para todo, me parece que habrá una menor recaudación por una menor producción como pareciera que ya empezó a ocurrir y como ocurrió entre el 73 y el 76.
Por otro lado, no toda la caída de las retenciones es menor recaudación ya que al aumentar los precios, aumentan las ganancias y por ende el impuesto a las ganancias. Pero el corazón del problema está en el gasto.
El gasto público: el gran tema olvidado
Una reflexión sobre la realidad agropecuaria no puede soslayar el tema del gasto público porque las retenciones allí van: el gasto público es un tema crítico para los oprimidos contribuyentes, entre ellos los productores.
La brecha fiscal hay que resolverla bajando el gasto público. Es lo que hace cualquier familia o empresa que ve reducidos sus ingresos. En un primer momento bajándolo por lo menos al nivel que tenía cuando empezaron las retenciones.
Para eso hay que focalizarse y poner la gente adecuada tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo. : es indispensable darles el respaldo político correspondiente trabajando codo a codo con ellos. Es lo que hizo Frondizi con Rogelio Frigerio y Ovidio Zabala en 1959 logrando una reducción del gasto público notable. Por supuesto que hay que tener por lo menos algunas ideas claras además de energía. Entre ellas:
• No rendirse de antemano.
• El gasto público se puede bajar.
• La baja del gasto público permitirá reducir los impuestos al contribuyente lo cual motorizará la economía y aumentará el empleo. Por eso se hace y no para despedir gente.
• Si se aumenta la calidad del gasto público, lo estamos indirectamente disminuyendo al evitar la estafa de que la gente tenga que comprar el mismo bien en el mercado otra vez (por ejemplo, educación, salud o seguridad, entre otros).
• En el Estado hay demasiadas actividades, muy poco foco, mucha gente, mucha corrupción, mucha política de compra de votos.
• La estabilidad del partido gobernante en el poder no es de interés del contribuyente.
• Hay muchos objetivos contradictorios que generan confusión, desempleo encubierto y mal gasto.
• Mucho gerenciamiento de un “comedero” y poco gerenciamiento del “bien común”.
• Hay pocos problemas técnicos en reducir el gasto y sí muchos temas políticos, económicos y legales. Por eso se necesita apoyo al más alto nivel.
• A mucha gente que va al Estado le gusta trabajar en financiaciones internacionales, acuerdos comerciales en el exterior, o incluso recaudación de impuestos y no en analizar cómo hacer para reducir el gasto para los contribuyentes. La tarea no tiene la jerarquía que la prioridad del problema está señalando.
• Hay que perseguir el derroche, la corrupción y la falta de juicio en el gasto de la misma forma en que la AFIP persigue a los evasores.
• La reducción del gasto debería ser una política de Estado y no ser algo que está allí, que provoca todo tipo de catástrofes económicas y que no se puede hacer nada salvo verlo crecer.
• Es un tema de largo plazo. Bajando el gasto en forma permanente es la mejor forma de no seguirlo subiendo.
• Se necesita un plan plurianual con ahorros constantes.
• Los intentos de reducción del derroche y el mal gasto nunca se acaban. Si se acabaran el gasto subiría. Nunca hay que darse por vencido.