Achicar el Estado es gobernar (Somos, 1981)
Tiene que haber alguna poderosa razón para que con tanta frecuencia se hable de lo importante que es reducir el gasto público y achicar el aparato estatal. Y por supuesto que la hay. Pero no es una sola razón. Son muchas y muy sólidas
Cada vez es mayor el convencimiento de que achicando el Estado se lograrían mejoras radicales en el sistema impositivo, las tasas de interés, el tipo de cambio, la inflación, la productividad y la propia subsistencia del sector privado. Junto a este convencimiento se han debilitado también algunas falacias tejidas en torno a algunos conceptos relacionados con la seguridad interna y externa. Un ejemplo es la poca consistencia que tiene ahora el mito que sostiene que, por razones de seguridad, los servicios telefónicos deben estar en manos estatales. También es frecuente escuchar a miembros de las FFAA hablando de que lo verdaderamente eficaz en la lucha contra la subversión es la desconcentración del poder del Estado con empresas e individuos, porque precisamente son ellos los que más fuerza oponen al avance del marxismo.
Este fue el caso de los colegios y universidades privados, en los que poco o nada cambió mientras que en 1973 el marxismo se enseñoreaba en los claustros estatales.Y lo mismo se puede decir en el área agropecuaria. La llegada al poder del marxismo no fue suficiente para lograr la socialización de la tierra. En ambos casos, fueron los dueños de las instituciones privadas educativas, por un lado, y los productores agropecuarios, por otro, los verdaderos muros de contención que hicieron fracasar al marxismo.
Por el contrario, si se analiza lo que pasó en las empresas educativas oficiales- escuelas y universidades-y las empresas estatales productoras de bienes y servicios-caso Entel- el avance del marxismo fue notable y sólo se pudo corregir por la acción de las FFAA.
Esto indica claramente que , a mayor concentración de poder económico a manos del Estado, mayores facilidades se le brindan al marxismo. Estratégicamente, combatir con las armas al marxismo y no buscar con las mismas ansias la privatización de las áreas comerciales del Estado es una incongruencia que no se alcanza a comprender. No es que no se vean algunos avances, pero por sobre todo no se nota el mismo énfasis en la acción.
Ahora bien: hay un aspecto sobre el cual casi no se ha puesto énfasis alguno: es el de la necesidad política de reorganizar el Estado. ¿Por qué políticamente es necesario reorganizar el Estado?¿Qué pasa políticamente si este Proceso fracasa en la reorganización? En mi opinión, el tamaño actual del aparato estatal y los múltiples sectores en los que interviene impiden la fundación de un orden democrático estable.
Son muchos los privilegios que se reparten desde un estado intervencionista: puestos públicos, licencias de importación, licencias de trabajo, tipos de cambio especiales, precios sostén, precios máximos, grandes licitaciones, etc. Todos estos beneficios le dan al Estado un enorme poder sobre la vida de los ciudadanos y crea así el hábitat ideal para el desarrollo de quienes aspiran al poder del estado para autodistribuirse algún privilegio. Estos son los que asedian al poder quitando estabilidad a quienes lo detentan. Quieren el poder pero no están interesados en la gerencia del bien común, sino en prosperar económicamente
Los políticos, tratando de mantenerse en el poder, si son sanos suprimen la maquinaria de repartir privilegios. Si no tienen ética se ponen a pensar cómo aumentar esos privilegios y un día descubren la panacea de la emisión, que les posibilita multiplicarlos infinitamente. Pero ocurre que todos los ciudadanos desean estos privilegios y se dan cuenta que trabajar para conseguirlos permite una mayor prosperidad económica que trabajar en producir bienes y servicios. La forma más fácil de lograr este enriquecimiento es obteniendo el poder, con lo cual un nuevo grupo que se incorpora a esta carrera que cada vez es más desenfrenada, donde permanentemente aumenta la presión política, la emisión de dinero y las dificultades de mantenerse en el poder… hasta que llega el golpe militar, casi siempre en los meses récord de inflación. Es el momento en el que el régimen democratico ya no puede mantenerse en el poder debido a una enorme cantidad de privilegios que ha concedido.
A partir de allí, si se pretende encontrar verdaderas soluciones políticas, lo prioritario será disminuir esa excesiva e inaguantable presión política que impide la estabilidad de las instituciones democráticas. Más fácil y mejor resulta eliminar esta maquinaria de compra de votos que aceitarla “mejorando el rol de árbitro del Estado” o adjudicando más “racionalmente” los privilegios, por ejemplo.
Serán menos los problemas políticos si la prestación de los servicios públicos de electricidad y teléfonos son privados que si son públicos y los secretarios del ramo tienen que salir a explicar las causas de los cortes de energía o los porqué de las omisiones o equivocaciones en las guías telefónicas.
No hace mucho, cuando mi padre tenía mi edad, no existían prácticamente las empresas públicas y la inflación era desconocida. Yo, en cambio, desconozco la estabilidad y las empresas públicas ocupan un amplísimo sector de la economía. En aquella época las tarifas telefónicas no habían aumentado en 40 años. El ritmo de crecimiento de la cantidad de aparatos triplicaba la tasa mundial mientras hoy es menos de la mitad aunque las tarifas superan aquel nivel en más de 100 por ciento en moneda constante-
¿Qué caracterizaba a ese sistema? Que ni el presidente ni los ministros perdían tiempo en resolver el problema telefónico. En consecuencia, no habrá éxito en el objetivo político de fundar una democracia moderna si no se achica antes definitivamente el aparato estatal, generador de una presión política insoportable y que se evitaría si se la canalizara hacia otros mecanismos mucho más idóneos como lo son el mercado y la Justicia.
Ex asesor de la Junta Nacional de Granos (1976/1978)
Ex Subsecretario de Economía Agraria de la Nación (1978/1979)
Productor Agropecuario y Consultor Económico