Algunas reflexiones sobre el gasto público ( 5 de agosto de 1985, Ámbito Financiero)
Escribe Miguel de Oromí Escalada
Especialista en temas económicas
El enorme tamaño del Estado en la Argentina es, a mi juicio, la principal causa de los problemas políticos y económicos que tiene el país.
Políticamente existe una íntima relación entre ese tamaño y la propia estabilidad de los gobiernos vía la perturbación social que trae aparejada la porción no financiada con recursos genuinos o sea la inflación.
Quien llega al gobierno creyendo que viene a gerenciar el bien común, al poco tiempo se da cuenta que está gerenciando un comedero que en gran parte tiene la apariencia de un conglomerado o holding de empresas industriales y comerciales. Quienes no reciben suficiente ración de tal comedero o por lo menos la ración que alguna vez recibieron, presionan de tal forma que voluntaria o involuntariamente afectan la estabilidad de las autoridades. El gobierno cede inicialmente,financiando estas presiones con mayor emisión, hasta que llega un punto que-. la convivencia social se hace tan difícil que la propia estabilidad se ve seriamente comprometida.·
Económicamente el Estado desbordado y fuera de su rol específico, produce una dilapidación de recursos catastrófica que distorsiona los mercados de tal forma, que los agentes económicos privados no pueden menos que seguirle sus pasos
Así podemos ver excesos de personal en prácticamente todas las oficinas públicas, una inversión pública absolutamente incierta, atrasos en la provisión de bienes esenciales como agua potable y teléfonos aun existiendo todo un mercado dispuesto a comprar estos servicios
• Remedios
El gobierno acaba de comprometer la palabra presidencial asegurando que no habrá más emisión para financiar el gasto público, que deberá cubrirse con recursos genuinos o sea impuestos y tarifas. Esta promesa no puede ser menos que bienvenida y más aún calurosamente aplaudida.
Pero sin un claro anuncio de que que se actuará con una tremenda energía en el control del gasto público, un brillante discurso como sin duda lo fue el del Presidente al anunciar los lineamientos del programa, corre el riesgo de convertirse por inacción en un acto de prestidigitación política que al ser descubierto traerá aparejadas gravísimas consecuencias ya que pocos creen que el déficit fiscal podrá reducirse -pasado un tiempo de euforia- a los niveles previstos, con el simple arbitrio del aumento de las tarifas y los impuestos. en gran parte posibles, debido a que el gobierno conocía el plan antes que los operadores privados,.
Tarde o temprano, la magnitud del gasto reaparecerá con toda crudeza y será necesario afrontarlo.
En tal caso es necesario convencer en primer lugar a la población de que no hay cura sin dolor y que por lo tanto el esfuerzo que se le pide al sector privado debe guardar simetría dentro del sector público, tal como se está haciendo hoy en muchos países del mundo, muchos de ellos con gobiernos socialistas -me refiero a Italia, Francia y España
- Fallas
A continuación será necesario contar con un .grupo humano absolutamente decidido y resuelto a reducir el tamaño del Estado. Aunque esto parezca obvio, hay que reconocer que muchas de nuestras fallas no son por cosas extremadamente complicadas sino por razones obvias. En el caso del gasto público hay que contar con gente que tenga el "fuego sagrado"', la decisión que se requiere para producir una transformación de semejante naturaleza.
Concientizado el país que el costo social de mantener el tamaño del Estado es superior al costo social de reducirlo, habría que empezar la operación.
En primer lugar hay que clasificar las funciones del Estado, diría en tres categorías que recibieron distintos tratamientos:
1.- Las funciones esenciales del Estado: principalmente Justicia y Seguridad ya que sin éstas el Estado no existe. Hay otras áreas también esenciales que no he querido incluir aquel por el hecho de que quiero destacar a las dos señaladas, que siendo primarias y debido al sobredimensionamiento del aparato estatal son justamente las que hoy más desatendidas y sobre las cuales hay una gran indiferencia oficial no sólo de este gobierno sino de la mayoría de los que lo precedieron. El remedio para todas estas áreas es la modernización, la mejora en la técnica de administración y lo incentivos para que acceda nuestros cerebros más calificados.
2.- El·aparato regulador: no corresponde aquí en la mayoría de los casos la modernización y mejor administración de este aparato, sino más bien su eliminación lisa y llana reemplazando el control de los inspectores y las normas por el más temido aún control de la competencia. Un gran esfuerzo puede hacerse en materia de lisa y llana eliminación de organismos públicos de contralor e inspección que inhiben el progreso de la actividad privada, ya que las principales variables que hacen a la rentabilidad, lejos de depender de los deseos del consumidor, dependen de la animosidad del funcionario de turno.
3.- Un tercer grupo: enorme grupo, son todos los actos que cualquier código de comercio calificaría como actos de comercio y que hoy realiza el Estado. En este caso el remedio es en primer lugar el abandono de todo monopolio estatal para luego proceder a la privatización total de la empresa, a través de distintos mecanismos técnicos que pueden ser objeto de otra disertación.
Esta política se enmarca dentro de la Constitución Nacional, que en su artículo 14 da a los habitantes y no al Estado el derecho a ejercer toda industria lícita. Con gran sentido práctico Alberdi y los Constituyentes reservaron en ese mismo artículo al Estado solamente el rol de recibir peticiones.