Riesgos en las privatizaciones (mayo de 1990, Revista Competencia)


Por Miguel de Oromí Escalada*

Durante años convivimos con el Estado actuando como el perro del hortelano que ni come ni deja comer al amo. Había tremendas oportunidades en distintos secto­res, pero el único que podía explotarlos-o arruinarlos- era el Estado.

Hoy se empiezan a vislumbrar posibili­dades en el campo del petróleo, las telecomunicaciones, las explotaciones de cami­nos. los servicios ferroviarios y se empieza a hablar de muchas otras áreas de la actividad económica, que su sola mención de privatización hace unos pocos años hubiera acarreado al proponente de la idea, toda una serie de dolores de cabeza y acusaciones de vendepatria.

Pero hay aspectos críticos en la implementación de esta política que conspiran en contra. Veamos.

El obstáculo hiperinflacionario

Quien compra una empresa al Estado, se encuentra con que tiene que pagar dólares y percibirá en el futuro sus precios en australes. Esto es un riesgo intolerable toda vez que las fórmulas de indexación tradicionales no funcionan en la hiper. ya que el dólar se ''dispara" hasta niveles inalcanzables por ningún índice. Es incluso muy difícil hacer siquiera un estudio de factibilidad de la inversión con semejante volatilidad. Una excepción es el caso petrolero. Parecería que se ha optado por una tónica muy realista al reconocerle a los inversores la libre disponibilidad del crudo y las divisas.

El marco recesivo de una híper hace muy difícil predecir el comportamiento de la demanda en los dos primeros años, qué son los críticos en cualquier proyecto.

Alto costo del capital

El valor de las cosas no está en lo que costaron. sino en su potencial de ganan­cias futuras. Estas ganancias de años sucesivos se actualizan por una tasa de des­cuento deseada por el inversor, conformando el precio al cual estaría dispuesto a adquirir una empresa en privatización.

La tasa de descuento está a su vez compuesta por el costo de captación de ese dinero al cual se le suma un premio al riesgo

El incumplimiento de la deuda externa antes. y de la deuda interna ahora, ha elevado enormemente los intereses para cualquier nuevo emprendimiento argenti­no. Dado que a estos intereses hay que sumarle el premio al riesgo, en definitiva habrá muy pocos proyectos viables si el gobierno no reconoce esta situación al poner los precios base.

El vendedor-funcionario o el vendedor­ político que quiere poner un precio base, debe conocer esta dinámica. De lo con­trario y especialmente si se deja llevar por las luchas políticas, puede correr el ries­go de poner un precio base tal que ahuyente a los compradores, con lo cual lo único que habrá logrado es que el Esta­do se quede con lo que quiere vender y actuar inconsistentemente con la política de privatización.

El aspecto gremial

Todos sabemos que una empresa no puede convivir, por razones económicas, operativas y de seguridad, con más gente de la que necesita. Hay que buscar fórmulas que mitiguen el problema social derivado del consecuente ajuste del traspaso del Estado a los particulares. Esta es una asignatura pendiente que conspira contra el logro de los objetivos de privati­zación enunciados.

Consecuencias y opciones de política

En síntesis, las buenas propuestas lle­gan en un pésimo momento que por otra parte no puede ser superado sin que estas buenas propuestas de privatización logren su éxito.

El gobierno deberá actuar con muchos reflejos y un extraordinario pragmatismo tal como se evidencia en el caso del petróleo. Llegado el caso deberá estar decidido a confrontar y pagar el costo político correspondiente para reafirmar su política.

Después de todo, cualquier apuesta tie­ne su costo, y esta promete una buena recompensa.

*Gerente de Desarrollo de Nuevas Inversiones de Techint