Una experiencia sobre el gasto público (1980)


Una experiencia sobre el gasto público

1980

Revista APERTURA





Cuando llegué por primera vez al Esta­do para contribuir con este Proceso me asignaron el tema de la organización y la eficiencia. Lo primero que hice fue una comparación de algunos índices de eficiencia en una serie larga de años. para el organismo en que actuaba, que era la Junta Nacional de Granos.


La conclusión que saqué casi Inmediatamente fue que, aun sin saber yo para qué servía en realidad la Junta Nacional de Granos, podía afirmar que durante siete años, teniendo las mismas funciones. se habla manejado con 5200 per­sonas y en el momento en que estaba haciendo el análisis había 7200 y existía un proyecto no descartado del gobierno peronista para llevar el número de empleados a 9200 personas . Cuando menciono siete años no me refiero al período 69-76, sino a los años 60-62 (a Frondizi hay que reconocerle un gran coraje en el tema del gasto público) y 67-70. donde el general Onganía impuso un estricto control al ingreso de personal.


Luego pude comprobar que el análisis realizado en la agencia reguladora del co­mercio de granos servía para la totalidad del Estado. En otras palabras, en todos la­dos pasaba lo mismo. El objetivo que pro­puse fue, entonces, volver a los niveles de personal de los años 67-70, en todas aquellas áreas de la Junta Nacional de Granos que no habían sufrido cambios en su misión y funciones. Se me opuso este argumento: el análisis era muy superficial, porque yo no tenía ni idea de qué es lo que hacían esas áreas y, si no sabía eso, no podía determinar el nivel o la cantidad de personal necesaria.  Mi réplica fue que era cierto, que no tenía ni idea de qué es lo que hacían los distintos sectores, pero que si durante aquellos siete años se había subsistido no habría por qué no hacerlo ahora. y con respecto al conocImIento es­pecífico de cada área en particular era cuestión de llamar al jefe "reinante" en los años aludidos y preguntarle cómo había hecho.


Al poco tiempo, y luego de pegarme unos cuantos porrazos, descubrí que no se trataba de amarretearles lápices, gomas. nafta, papel, horas extras y demás yerbas a los distintos solicitantes de la Junta, o de asumir una actitud semi policial para descubrir quién coimeaba o quién llevaba el auto particular al taller a hacerlo pintar o de iniciar una campaña para reducir el ausentismo. Es decir, que no se trataba sólo de eso, que siempre debe ser bien venido, pues infunde y transmite respeto y orden, sino más bien de saber para qué sirve cada oficina y, en el caso de servir para algo, si necesa­riamente esa actividad debe hacerla el Es­tado o puede contratarse. Es decir, que antes de empezar a administrar la cosa pública hay que detenerse y pensar si no puede eliminarse o privatizarse . Si hay algo que podría eliminarse y en su lugar se lo administra se incurre en un gravísimo error, porque en la práctica se está fertilizando una maleza.


Lo único que rinde en el corto plazo en materia de reducción del gasto público es la eliminación y, en segundo lugar, la privatización, ya sea "periférica" o total. 


Cuando se menciona que el gasto público es difícil de reducir en el corto plazo en realidad se está omitiendo mencionar estas dos acciones y se está optando por la tercera: la administración. En mi opinión, esta terce­ra vía en ningún caso lleva a la gradual re­ducción del gasto público, sino más bien a su gradual aumento. Es el camino más inadecuado para el logro del fin deseado de reducir el tamaño del Estado.


Ahora bien. ¿cómo se sabe qué es lo que hay que administrar. eliminar o privatizar? Para esto, el funcionario no debe aplicar su propio criterio, sino seguir al pie de la letra a la Constitución Nacional, especialmente su Capítulo Primero con las Declaraciones. Derechos y Garantías y, más especialmente aún, los artículos 14, 15, 17, 20. 25. 28 y 29. También es de es­pecial utilidad ir al espíritu de la Constitución Nacional y leer al autor de ella- Juan Bautista Alberdi- en su espléndida obra "Sistema económico y rentístico". Estos dos documentos fueron en realidad el proyecto político y económi­co de la Generación del 80. 


Lejos de pensar que este esquema está agotado por lo antiguo creo que debería retomarse nuevamente para ser aplicado en el futuro y cosechar los excelentes resultados que ya obtuviéramos hasta el año 1946 y que tanto nos diferencia aún hoy en día del resto de Latinoamérica, a pesar de que el punto de partida fue igual o peor.

 

La Constitución Nacional fue observada con bastante estrictez durante 1860-1946. 


Es­peremos lo mismo por lo menos durante 1980 y hasta el 2073, y con eso creo que será más que suficiente para todos los lec­tores de esta nota.