Los 110 artículos completos (Columna en Somos, 6/8/1982)
La situación política y económica que estamos viviendo reviste de una gravedad tal que ningún argentino debería dejar de preocuparse, y sobre todo de ocuparse. Necesitamos una verdadera solución. No podemos seguir así, ya que lo que vivimos es un drama, y las perspectivas son peores aún: el agravamiento del drama en la forma de un enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y un verdadero crack económico con la paralización de la mayoría de las actividades.
Ojalá me equivoque,pero aunque sueño con un gobierno electo, nadie me convence de que esta situación se resuelve con el simple trámite de llamar a elecciones. Porque de ser así hubiera bastado con no hacer la revolución en marzo de 1976, que en su momento tuvo un gran consenso, ya que la estructura existente no podía soportar el peso del gobierno: no podía gobernar.¿Por qué hoy sí va a poder? ¿Qué ha cambiado que nos permita ser optimistas? ¿Quién se va a hacer cargo del gobierno con un mínimo de posibilidades de estar ni siquiera tres meses? El panorama no puede ser más desolador. Los militares no pueden gobernar, los políticos tampoco y el país se desmorona.
¿Cúal es entonces la solución, si los gobiernos que hemos tenido han sido malos y los que tenemos y vamos a tener también?
En mi opinión, la solución está en gobernar sobre mucho menos. Sobre muchísimo menos. ¿Y qué pasa con la porción que el Estado no gobierna? La gobierna cada uno, pero eso sí: si se equivoca asume sus responsabilidades. Entonces, ¿No será más el Estado el responsable del precio del dólar, de la falta de gas, de teléfonos, del nivel de las tasas de interés? No. Serán decisiones individuales y no de los políticos o militares. ¿Y la emisión que le permite al gobierno hacer lo que se le dé la gana y que impide toda posibilidad de estabilidad política y que nos sepultó en la recesión más profunda que hayamos nunca conocido? No habrá emisión, porque al gobierno se le quitará el poder de decidir las emisiones.
En estas condiciones un gobierno (bueno o malo) no cambia drásticamente la vida del ciudadano, por lo menos en la medida que hoy ocurre. La gente protesta menos, y por lo tanto los gobernantes menos, y por lo tanto los gobernantes logran permanecer más tiempo en sus puestos. Por otra parte son menos los que quieren gobernar para acceder al comedero que es hoy el Estado. Estos se dedican a sus asuntos particulares, y dejan a quienes tienen vocación por la cosa pública.
El programa al cual hago referencia, y que sintéticamente consiste en hacer menos importante al Estado y más importante el hombre argentino, es el de la Constitución Nacional de 1853/60. La verdadera, y no aquella que nos pretenden hacer creer que tenemos, y que se agota en el acto eleccionario que le da todo el poder a un pequeño grupo elegido y migajas al individuo.
La Constitución Nacional conformó un sistema de gobierno cuya característica esencial es la prevención contra el abuso de los gobernantes y la concentración del poder (artículos 14,28,29, entre otros)
Es esencial empezar por conocer este cuadernillo de 20 páginas y conocer su interpretación, para lo cual nada mejor que ir a las fuentes y leer a Alberdi en Las Bases y el Sistema Económico y Rentístico.
A partir de allí, es indispensable hacer un nuevo pacto, un acuerdo que signifique volver a poner en vigencia la Constitución Nacional a ultranza, gane quien gane, pero sin trampas: los 110 artículos completos, y no sólo los mecanismos formales que establecen cómo serán elegidas las autoridades.